Algo más allá del ecuador de mi viaje por Angola llegamos a Benguela. Es la reciente más fundación de las Esclavas en el país. Benguela está situada entre Luanda y Lubango. Con puerto de mar que pudimos contemplar a nuestra llegada.
Ahí, nos encontramos con las hermanas: Rosa, Luisa, Margarida e Irene, que nos acogieron en su pequeña casa. Como para dormir no cabíamos, hemos estado en un monasterio de monjas dominicas a las afueras.
Al día siguiente de nuestra llegada nos fuimos a la Barrio de la Sagrada Esperanza, un barrio nuevo en los arrabales de Benguela donde las hermanas van a fijar su residencia y su apostolado. Es una zona muy degradada, con calles sin asfaltar y llenas de agujeros por los que resulta casi imposible transitar…. ¡¡¡¡Para que deciros lo que será esto con lluvias!!!!
Conocimos la casa que, si bien no es muy grande, tiene el espacio suficiente para poder ampliar con el tiempo las áreas de apostolado y los locales para desarrollarlas. Seguidamente nos desplazamos a la escuela parroquial y la parroquia donde ellas trabajan.
La parroquia se erige en una esplanada sin muros. Tan sólo unos postes de madera soportan un techo de hojalata. La gente del barrio se ha implicado tanto que, muchos de ellos colaboran en su construcción. De esta forma se genera empleo en la zona. Hay mucho empeño de todas las partes, y mucho agradecimiento.
Y frente a la parroquia, se erige la escuela parroquial. Ahora mismo se atienden a unos 1.250 niños. Según estadísticas no oficiales, en el barrio hay más de 5.000 niños en la calle sin escolarizar.
Por la tarde, pudimos conversar con el párroco P. Rafael y ha sido él, quien nos ha comentado lo que el obispado tiene pensado proyectar en unos años. Todo parte de un profundo análisis de la realidad y de un estudio de viabilidad del proyecto. El proyecto se centra en construir 8 aulas y un centro médico. En el barrio no hay nada y los servicios mínimos, son más que mínimos. Para que os hagáis una idea, la Ir. Luisa da clase en un aula de 60 niños, algunos con sillas traídas de casa, y otros nada, porque no la tienen. Estudian en el suelo. Por mochila, utilizan cajas de cartón con unas cuerdas hechas en casa. Van ilusionados y con ganas de aprender, solo hay que ver sus caras llenas de sonrisas y ojos brillantes.
Como complemento a la escuela parroquial y trabajando conjuntamente, las hermanas están pensando construir aulas de infantil y algunas salas destinadas a la promoción de la mujer.
La verdad, es que son estas cosas las que te hacen sonreír por dentro, y pensar que otro mundo es posible, a pesar de las dificultades.
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