Era mi segundo año en la secundaria cuando me dieron la oportunidad de empezar con el voluntariado y, ahora que llevo un año formando parte de él, me gustaría compartir mi experiencia.
En cuanto me enteré de que se nos daría esa oportunidad, había querido hacerlo. Por lo que, cuando preguntaron quién estaba dispuesto a formar parte, no dudé en levantar la mano.
Desde entonces, hemos llevado a cabo unos pocos proyectos, no muy grandes por supuesto, pero que me han servido para entender por fin la metáfora de poner un granito de arena.
El primer proyecto fue, el de recaudar fondos para la casa de acogida de inmigrantes ucranianos de Galicia. Para ello, decoramos con mucho esfuerzo bolsas de tela y otros objetos, que luego vendimos en la fiesta de fin de curso de nuestro colegio.
La recaudación no fue especialmente grande, pero la satisfacción que sentimos por haber colaborado con una causa tan importante, fue enorme.
Ya en tercero de la ESO, comenzamos con la preparación del puesto para el DOMUND.
Para esta actividad la preparación fue similar; sin embargo, las ganas y el entusiasmo era mucho mayor que la primera vez.
Tras el DOMUND, comenzó la preparación para el mercadillo navideño. Este evento era uno de los más importantes, ya que era la primera vez que vendíamos nuestras cosas en el pueblo. Con este proyecto obtuvimos una mayor recaudación, lo que nos motivó a todos a seguir hacia delante.
Ahora estamos en un pequeño descanso, ya que no hay ningún evento a la vista. No obstante, seguimos trabajando en nuevas ideas de productos para vender en futuros eventos.
En general, el voluntariado me ha ayudado a cumplir una inquietud que tenía desde hace un tiempo, la de ayudar a los demás. Siempre me he sentido satisfecha haciéndolo, y formar parte del voluntariado me ha ayudado a llevarla un paso más allá.
Además, también me ha facilitado el relativizar mis “problemas” y mis necesidades. Ya que, al conocer más de cerca la dureza de la vida de otras personas, me doy cuenta de la suerte que tengo.
Dicho esto, me gustaría animar a todas las personas a las que se les presente la oportunidad de colaborar, a que lo hiciesen. Es increíble la cantidad de valores que se aprenden simplemente colaborando en este tipo de proyectos. Yo he aprendido fundamentalmente, a ser más tolerante y respetuosa ante las necesidades del prójimo. Además de, constancia y esfuerzo.
En definitiva, el voluntariado es una experiencia vital que me acompañará el resto de mi vida y que, ha contribuido a completarme como persona.
M.P.M.S.
Voluntaria de FMTC